Termómetro caliente en La Fortaleza

La gente volvió a manifestarse en contra del equipo y hasta bajaron los primeros silbidos después de mucho tiempo en el estadio de Lanús, al término del encuentro ante Platense. El principal ¿y único apuntado?) fue Luis Zubeldía. Una grieta que parece no tener fin.

La esperanza es lo último que se pierde. Por eso, y a pesar de todas las malas, la gente acompaño al equipo en buen número para ser un día de semana en horario complicado laboralmente hablando. Sin embargo, no todo fue risas y aplausos. Después del 3 a 1, cuando la pelota se le escapó de las manos a Morales, todo empezó a cambiar. Para mal, claro.

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El primer aviso de que no sería una tarde normal en La Fortaleza fue en la previa y posterior empate de Tissera en la primera parte. Lanús perdió la pelota, se quedó sin ideas y el Calamar apretó sin piedad hasta llegar a la igualdad. La infantil falta de Thaller, que terminó inevitablemente en penal, se sintió fuerte en las tribunas: “Uhhhhhhhh”, retumbó. No era para menos. Más allá de la infracción, la gente se dio cuenta que el gol de la visita estaba al caer. Sí, figurita repetida, errores groseros, y falta -mucha falta- de juego.

En el complemento, Lanús reaccionó. Despertó de la siesta y merecidamente consiguió ponerse arriba en el marcador. Claro, misma fórmula: la experiencia de Malcorra, los goles de Sand y López, lo de siempre. Después de la experiencia ante Patronato, parecía imposible que se le vuelva a escapar el triunfo. Pero… La alegría se transformó en pesadilla.

El ya mencionado 2-3 generó un clima adverso dentro y fuera de la cancha. Nerviosismo, reclamos y quejas de la gente al ver como la historia iba derechito a lo peor. El principal apuntado, siempre, fue el mismo: Luis Zubeldía.

A diferencia de otras presentaciones, y como hacía mucho no sucedía, cuando sonó el pitido final, hubo un llamado de atención preocupante. O que marca una realidad. Silbidos, generales, y en cantidad. Sí, hubo un amague importante ya que duró apenas unos segundos, pero se hicieron sentir. Luego silencio, y tibio aplauso final para los jugadores que se quedaron a saludar (pocos, por cierto). Sí, una relación que parece llegar a su fin. Que está al borde del abismo.

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