Las cosas estaban dadas para aprovechar la situación. Un Estudiantes nervioso, metido en su campo y 45 minutos para conseguir los tres puntos. Era la lógica. Las chances empezaron a aparecer, había que embocarle al arco. El Tanque la tuvo de zurda, pero su disparo a colocar se fue apenas afuera. El local sólo atinaba a defender e intentar meter alguna contra, pero le faltaba gente para incomodar a una defensa bien parada. A pesar de la paciencia que demostraba el Grana, el encuentro no mostraba signos de que la historia pudiese pegar el giro que finalmente iba a tener. 16 minutos iban cuando llovió un centro pasado al segundo palo, insignificante, y Ayala (recién ingresado por Izquierdoz lesionado) cometió el penal más infantil de su carrera ante Desábato. El paraguayo de manera innecesaria, le pegó con el codo y con los brazos al central del Pincha y de esa manera obligó a Baliño a marcar la falta que Carrillo transformó en gol. El baldazo de agua fría fue imposible de superar. El Pincha, siempre con unos menos, creció, el Grana se cayó anímicamente y todo se encaminó para la victoria del conjunto de Pellegrino. Intentos fallidos, falta de sorpresa y malas decisiones en ofensiva. Así se fue desinflando y quedando con la manos vacías este Lanús. Para colmo, ni el tiro del final le sale. Ortiz la tuvo dentro del área pero Jara (Leonardo), se jugó la vida y logro desviar su disparo. Ese que tenía la ilusión de al menos rescatar un punto.