El Patrón del mal

Lanús dejó pasar una chance más que importante en Paraná pensando en la clasificación a la Libertadores. Ganaba 2 a 0 sin jugar bien, se durmió y lo pagó carísimo. Patronato lo dio vuelta, terminó ganando 3 a 2 y le pegó un cachetazo tremendo a su ilusión de seguir prendido arriba. José Sand y Nacho Malcorra, en posición adelantada, los tantos del Grana, que tuvo una tarde noche para el olvido.

Se vino la noche para Lanús. Sí, a pesar de que era una tarde alentadora, que pintaba para golear. Se puso oscuro, demasiado. Y eso que no llovió en Paraná. Lo cierto es que este Lanús sigue estando en el ojo de la tormenta. No importa cuándo, dónde ni cómo. El equipo sacador de puntos de Zubeldía es totalmente indescifrable.

Porque está tercero, pero por momentos no se sabe a qué juega. Porque les gana a los grandes y en condición de visitante, pero se enfrenta a los más débiles y no les puede hacer frente. Porque quiere y tiene todo dado para entrar a la Libertadores, y ganando 2 a 0 pareciera que le da lo mismo. Y pierde, merecidamente, incluso. En síntesis, una pesadilla que lo deja mal parado en todos los sentidos fue este 2-3 ante Patronato.

Tan sólo 31 minutos le habían alcanzado a Lanús para prácticamente sentenciar el resultado. La victoria, que le permitía seguir tercero en el campeonato, y sobre todas las cosas, metido en zona de Libertadores. El oportunismo de Sand, en su vuelta post Covid, y la aparición de Malcorra –fuera de juego– le daban demasiado premio al equipo de Zubeldía que había hecho poquito y nada.

Pero fiel a su estilo en los últimos tiempos, la eficacia en el área rival simplificaba una tarde pobre en materia futbolística. El local era el que más insistía, con poco, pero era el protagonista. Y Lanús, nunca reaccionó. De hecho, por momento parecía complicarse la vida solo, errando pases imposibles, sin dominio de balón o con faltas en campo propio.

Sin más, de una infracción sin sentido del Flaco López (desconocido por su poco aporte), llegó el gol de Junior Arias, un abonado ya a marcarle al Granate. Se veía venir, salvo un milagro, que Patronato iba a llegar al gol ante el equipo -ahora sí- más goleado del torneo.

En el complemento, el Granate no cambió el famoso chip. Patronato se fue apagando, pero en un minuto se encendió y derrumbó a Lanús con dos goles, uno atrás del otro, totalmente evitables. Primero, Héctor Canteros de media distancia, y luego, Sebastián Sosa Sánchez, empujando la pelota solo abajo del arco.

Tras un sinfín de errores propios, la visita pasó de la gloria a la nada misma. A la decepción, una de las peores en 21 fechas disputadas. Sobre todo, por el modo, la actitud. No sólo le escapó de las manos la victoria, sino también la ilusión. No hubo ideas, ni rebeldía que alcance. Un golpe más para este Lanús, que no despega ni logra vencer al verdadero Patrón del mal: el propio Lanús.

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